El cuento de "La Parra de Uvas y la Muerte". Don Francisco
afirma que había un anciano que tenía como toda fortuna doce centavos, con los
que compró tres panes blancos, ya que se encontraba muy hambriento. Pronto
apareció un niño quien le pidió un pan, el hombre se lo dio de buena gana.
Luego, regaló su segundo pan a una vieja y el tercero a otro anciano. Viendo
que se habían terminado sus panes, el señor se disponía a buscar raíces para
comer, cuando se le apareció el anciano a quien le había obsequiado un pan.
Este anciano le regaló el costal de los deseos. Con este costal el hombre pudo
comerse un canasto de quesadillas y pescados fritos.
El niño, a quien él también había dado un pan, lo gratificó
concediéndole una mágica parra de uvas que tenía la virtud de que aquél que se
subiera en ella no podría bajarse.
Luego, la muerte decidió llevarse al anciano; llegó a su casa, tocó a la puerta e informó que llegaba a traerle. El anciano entonces dejó pasar a la muerte y la invitó a comer uvas. Cuando la muerte se subió a la parra y después quizo bajar, ya no pudo y así el mundo pasó sin muertos durante algún tiempo. Al fin el anciano dejó bajar a la muerte y ésta se fue.
Pasaron los años y el anciano deseó morirse, entonces bajó al infierno y el diablo al reconocerlo no le dejó entrar. Entonces se fue al cielo con San Pedro, quien tampoco lo dejó pasar, pues había dejado a la muerte atrapada años antes. Entonces el anciano se dirigió al Padre Eterno quien si le dejó entrar a la gloria, ya que ese hombre le había dado pan en la tierra.
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